Meditación 27.04
Exodo
4.10-13 "Entonces
dijo Moisés a Jehová: !!Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni
antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe
de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién
hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora
pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de
hablar. Y él dijo: !!Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes
enviar".
La duda
es destructiva. Nos llena de incertidumbre, nos vuelve indecisos
y afecta nuestra capacidad de conectarnos con Dios y recibir su dirección.
Sabemos que la duda está en acción cuando nos
resulta difícil creer las siguientes verdades:
Dios nos ama todo el tiempo. La mayoría de nosotros cree que el
Señor nos ama mucho cuando somos “buenos”, no cuando somos desobedientes. Pero su
amor por nosotros no fluctúa con nuestro comportamiento. Podemos estar
seguros de esto porque “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo
aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8). Esta es gracia asombrosa —Dios nos ama a
pesar de que nos rebelamos contra Él.
Dios tiene un plan para perdonarnos por nuestra desobediencia. Sabemos que el
Padre promete perdonarnos cuando confesamos nuestros pecados, pero muchas veces
tenemos problemas para creer que hemos sido perdonados. No debemos determinar
la verdad según lo que nos dicen nuestros sentimientos. La Palabra de Dios
afirma: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros
nuestras rebeliones” (Salmos 103.12). Esa es una descripción del perdón pleno.
Dios nos ha llamado a servirle. Nuestro Padre a
menudo nos invita a unirnos a Él en su obra —enseñando una clase de la
escuela dominical, ayudando a una familia necesitada o hablando del Señor Jesús
a otra persona. La presencia de la duda puede hacer que, al igual que
Moisés, demos excusas de por qué no podemos obedecer. Pero Dios promete equiparnos con todo lo que necesitemos para
hacer el trabajo que ha escogido para nosotros (Efesios 2.10).
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