MEDITACIÓN 7.3
Mateo
5.13-16 "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se
desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y
se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que
están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos."
¿Qué
mensaje estás transmitiendo? Cada persona da testimonio de sus
convicciones y prioridades según la manera como vive. Jesús dijo que, para
un mundo que nos observa, los creyentes debemos ser como la sal y la luz,
que simplemente no pueden ser ignoradas. Si añadimos sal a la sopa, el mejor
sabor es evidente; y cuando iluminamos una habitación, la oscuridad huye. Nuestro
carácter, conducta y conversación deben ser una declaración fuerte y clara de
la importancia de Dios, la necesidad de Jesucristo, y el poder del Espíritu
Santo.
Para vivir de una manera que glorifique al Señor, debemos
comenzar por la lectura y el estudio de las Sagradas Escrituras. Al
meditar en su Palabra, Dios nos habla, y nosotros asimilamos gradualmente sus
principios. Esto nos permite influenciar positivamente al mundo.
Una buena manera de aprender las
lecciones de la Biblia es mediante el estudio de la vida de grandes siervos de
Dios, como Abraham, Moisés, Daniel, David, Ester, María y Pablo. Uno
pudiera dedicar muchas semanas en el mensaje de vida de cada uno de ellos, como
está revelado en la Biblia. Sus historias tienen mucho que enseñarnos en
cuanto a la manera de enfrentar las situaciones, lo que descubrieron mediante
sus errores y cómo se relacionaban con Dios.
Por estos relatos bíblicos, y
también por otros pasajes, aprendemos que nuestro Padre celestial tiene un
propósito para nosotros. Él desea conformarnos a la imagen de su Hijo
Jesucristo. Reconociendo esto, podemos establecer un ejemplo que los demás
podrán imitar. Como dijo Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de
Cristo” (1 Corintios 11.1).
Vosotros sois la sal de la
tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para
nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
(De Encontacto.org)
#JesúslaSaldelaVida
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