lunes, 7 de marzo de 2016

"Un Mensaje de Vida"

MEDITACIÓN 7.3

Mateo 5.13-16 "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."

¿Qué mensaje estás transmitiendo? Cada persona da testimonio de sus convicciones y prioridades según la manera como vive. Jesús dijo que, para un mundo que nos observa, los creyentes debemos ser como la sal y la luz, que simplemente no pueden ser ignoradas. Si añadimos sal a la sopa, el mejor sabor es evidente; y cuando iluminamos una habitación, la oscuridad huye. Nuestro carácter, conducta y conversación deben ser una declaración fuerte y clara de la importancia de Dios, la necesidad de Jesucristo, y el poder del Espíritu Santo.

Para vivir de una manera que glorifique al Señor, debemos comenzar por la lectura y el estudio de las Sagradas Escrituras. Al meditar en su Palabra, Dios nos habla, y nosotros asimilamos gradualmente sus principios. Esto nos permite influenciar positivamente al mundo.

Una buena manera de aprender las lecciones de la Biblia es mediante el estudio de la vida de grandes siervos de Dios, como Abraham, Moisés, Daniel, David, Ester, María y Pablo. Uno pudiera dedicar muchas semanas en el mensaje de vida de cada uno de ellos, como está revelado en la Biblia. Sus historias tienen mucho que enseñarnos en cuanto a la manera de enfrentar las situaciones, lo que descubrieron mediante sus errores y cómo se relacionaban con Dios.

Por estos relatos bíblicos, y también por otros pasajes, aprendemos que nuestro Padre celestial tiene un propósito para nosotros. Él desea conformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Reconociendo esto, podemos establecer un ejemplo que los demás podrán imitar. Como dijo Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11.1).

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

 (De Encontacto.org)

#JesúslaSaldelaVida

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