MEDITACIÓN 22.2
Proverbios 6.16-19 "6
cosas aborrece Jehová, Y aun 7 abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos
inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla
mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos."
La humildad es una
convicción sana de nuestros méritos, talentos y logros. En la vida de cualquier
creyente puede existir un gran obstáculo para la humildad: el orgullo. Pensar
en uno como superior a los demás es lo opuesto a la humildad de corazón que
Dios nos pide que demostremos (Filipenses 2.3). El orgullo es engañoso, pues es posible
que no lo reconozcamos. Aun más peligrosa es la persona que es orgullosa por
dentro, pero aparenta ser humilde por fuera. Sin embargo, no podemos engañar a
Dios.
Nuestro Padre
celestial detesta el orgullo porque conoce su poder destructivo. Cuando somos
orgullosos, decimos, en realidad, que sabemos más que Dios. El Señor pone al
orgullo (“los ojos altivos”) en el primer lugar de la lista de siete
abominaciones. Eso no significa que Él odia a la persona orgullosa. Dios nos
ama a todos; pero aborrece todo lo que pueda dañarnos.
El orgullo bloquea
nuestra comunicación con Dios. Cuando Jesús estuvo de pie delante del rey
Herodes, quien tenía fama de ser orgulloso, el Señor se negó a responder sus
preguntas (Lucas 23.9). Igualmente, nosotros no podemos venir a Dios con
orgullo y esperar que nuestras oraciones sean respondidas. Nuestra dignidad no
es lo que Dios toma en consideración para responder nuestras oraciones; la
verdad es que no somos dignos. Pero Dios responde a nuestra necesidad.
Si intentamos vivir
con nuestras fuerzas, podemos esperar que Dios arruine nuestros éxitos (2 Crónicas 26), ridiculice nuestros planes (Salmos 2.1-5) y nos quite
nuestra posición (Daniel 5). Él quiere que renunciemos a nuestro orgullo antes de
que nos destruya.
(De
Encontacto.org)
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