MEDITACIÓN 16 DIC.
Isaías 53 "¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se
ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como
raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin
atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas él (Jesús) herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su
boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?
Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi
pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos
fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo
eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto
su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la
voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de
su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo
a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con
los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con
los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores."
Por
medio del pasaje bíblico de hoy, vemos que los judíos esperaban un Salvador.
Pero Jesús no parecía el Mesías que esperaban.
El
pueblo imaginaba a un monarca fuerte que gobernaría
a su nación con poder terrenal, pero el Señor era un siervo que pasaba
tiempo con los marginados. Esperaban un hombre que pondría fin a la persecución
de Israel; pero murió como un delincuente, y advirtió a sus seguidores que no
serían aceptados por el mundo. No es de extrañar, entonces, que el pueblo judío
lo rechazara. No se ajustó a la clase de rey que
querían, pues fue mucho más de lo que entendieron.
Todos estaremos algún día delante de Dios, y por nuestra iniquidad seríamos indignos de
permanecer en su presencia. Su juicio del pecado
será la muerte, una atroz existencia eterna, apartados de Él. Esto fue
lo que le fue advertido a Adán en Génesis 2.17: que si pecaba, moriría. Pero Jesús llevó nuestro pecado para que cualquiera que
ponga su fe en Él pueda tener vida eterna (Juan 3.16). Cristo
decidió sufrir nuestro castigo —Dios hecho hombre experimentó voluntariamente
la muerte de un criminal para que pudiéramos vivir para siempre en su
presencia. Jesús fue “el camino” (14.6) que
permitió a Dios satisfacer su justicia y al mismo tiempo amar a su pueblo.
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