MEDITACIÓN 4 DIC.
Romanos 5.1-9 "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos
entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en
la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos
débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno
por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira"
Si
usted es lo suficientemente valiente, párese en una acera y haga esta
pregunta a los transeúntes: “¿Qué le da paz?” Las respuestas que recibirá
probablemente tendrán algo en común: la definición de paz de la persona
dependerá de las circunstancias —por ejemplo, de una buena relación con un
cónyuge, de un trabajo bien remunerado, o de una buena salud. ¿Qué sucede,
entonces, si una pareja riñe, si la empresa despide a los empleados, o si una
enfermedad debilita al cuerpo?
La paz que tiene sus
raíces en las situaciones buenas no es realmente paz; es una frágil
armonía entre el hombre y el mundo, y se derrumba muy
fácilmente.
Jesucristo es el único que ofrece paz verdadera —una satisfacción
inquebrantable, independientemente de los ataques que pueda lanzarnos Satanás.
Sin embargo, vivir en pecado hace que tener paz sea imposible, pues una persona
que hace caso omiso de la voluntad de Dios no puede experimentar la
seguridad de su cuidado. Por eso, cuando el creyente expresa fe en Jesús,
la guerra por tener el control termina. Su sumisión
al Señor permite que la paz esté presente en todos los aspectos de su vida.
Cuando
el Espíritu Santo vive en nosotros, podemos abordar todo en la vida con
confianza y serenidad. La única manera de lograr esta paz duradera es por
medio de una relación con el Salvador. Pablo dice en Romanos 5.1 que para ser justificados, es decir —declarados inocentes—
tenemos que aceptar el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. La justificación nos hace estar bien con Dios, y abre
nuestro corazón a la paz. (De Encontacto)
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