lunes, 23 de noviembre de 2015

"El Significado de la Culpa"

MEDITACIÓN 23 NOV

Juan 8.1-11 "Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más."

La culpa por algo que viola la conciencia es un sentimiento normal. Sin embargo, vivir bajo una nube de remordimiento sin una razón clara no lo es. El Señor creó los sentimientos de culpabilidad y remordimiento para que sirvieran como recordatorios de que hemos hecho algo malo, y que necesitamos arrepentirnos. Pero Satanás usa tales sentimientos para tener cautivas a las personas, pues quienes viven con un sentimiento de culpa no están seguras del amor de Dios.

La culpa buena —la herramienta efectiva del Señor para impulsar al arrepentimiento— es un regalo que nos ayuda a encontrar la senda correcta. Pero el diablo estimula la culpa falsa, que implica hacernos responsables por cosas que están fuera de nuestro control, y sufrir autocondenación por no ser capaces de cambiar las consecuencias. Este tipo de culpa es también un problema generalizado de quienes están en iglesias legalistas o que tienen ciertos estilos de vida; ciertas actitudes o pensamientos son considerados pecaminosos, y entonces las personas se sienten avergonzadas por hacer o pensar en esas cosas.

La autocondenación le impide a las personas el desarrollo de una relación con Cristo. Atrapadas por la culpa, temen ser rechazadas. La confianza en sí mismas es casi imposible, porque están esperando que la condenación de Dios caiga sobre ellas.

El Señor no vino para acusarnos o condenarnos. Cristo regeneró nuestra alma y nos hizo justos delante de Dios, y por eso nuestra culpa ha sido quitada. Si nuestro Salvador perdonó a la mujer sorprendida en adulterio, piense en cuán dispuesto está Él a quitar nuestro sentimiento de culpa.
(Ministerios en Contacto)

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