Jueces 7.2-7
¨Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo
entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí,
diciendo: Mi mano me ha salvado. Ahora, pues, haz
pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y
devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo 22
mil, y quedaron 10 mil. Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es
mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te
diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no
vaya contigo, el tal no irá. Entonces llevó el pueblo
a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su
lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se
doblare sobre sus rodillas para beber. Y fue el número
de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, 300 hombres; y todo
el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. Entonces
Jehová dijo a Gedeón: Con estos 300 hombres que lamieron el agua os salvaré, y
entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno
a su lugar.¨
¿Se ha sentido usted alguna vez contra la pared, con todo en
su contra? En situaciones así, los cristianos muchas veces se niegan a
reconocer una verdad importante: Que Dios sea, en realidad, el causante de sus
circunstancias.
Usted podría pensar: No
puede ser, porque Dios me protegería de esas cosas. Quienes me están haciendo
esto son el mundo y Satanás. Quizás, sin
embargo, es posible que Dios esté tratando de decirle algo, pero Él necesita
primero captar su atención.
En la Biblia vemos una y otra vez que el Señor utiliza las
circunstancias para desarrollar fe en nosotros. Es fácil confiar en Él cuando
todo nos va bien. Pero Dios muchas veces nos quita comodidades y falsas
seguridades para recordarnos que Él es nuestra única fuente de fortaleza.
Piense en el pasaje de hoy. Gedeón estaba listo para dirigir
un ejército poderoso de 32.000 hombres contra el enemigo. Pero el Señor
intervino en 3 momentos distintos, reduciendo a menos del 1% el tamaño original
del ejército israelita. Nosotros habríamos respondido: “¿Qué?” ¡Es imposible
derrotar las fuerzas enemigas con solo 300 hombres!” Eso probablemente era
cierto; 300 hombres solos no podían, pero el Señor sí podía —y esa
fue la lección que Gedeón aprendió.
(De Ministerios en Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario