Jueces 7.8-25 "Y
habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los
israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos 300 hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle. Aconteció
que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque
yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de
descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y
oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al
campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la
gente armada que estaba en el campamento. Y los
madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos en el valle
como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que
está a la ribera del mar en multitud. Cuando llegó
Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño,
diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el
campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó,
y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. Y
su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón
hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas
con todo el campamento. Cuando Gedeón oyó el relato
del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo:
Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras
manos. Y repartiendo los 300 hombres en 3
escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con
teas ardiendo dentro de los cántaros. Y les dijo:
Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del
campamento, haréis vosotros como hago yo. Yo tocaré
la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las
trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: !!Por Jehová y por Gedeón!
Llegaron, pues, Gedeón y los 100 hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al
principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los
centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en
sus manos. Y los 3
escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano
izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron:
!!Por la espada de Jehová y de Gedeón! Y se
estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces
todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. Y
los 300 tocaban las trompetas; y
Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y
el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, y hasta la frontera de
Abel-mehola en Tabat. Y juntándose los de Israel, de
Neftalí, de Aser y de todo Manasés, siguieron a los madianitas. Gedeón
también envió mensajeros por todo el monte de Efraín, diciendo: Descended al
encuentro de los madianitas, y tomad los vados de Bet-bara y del Jordán antes que
ellos lleguen. Y juntos todos los hombres de Efraín, tomaron los vados de
Bet-bara y del Jordán. Y tomaron a 2 príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb
en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb; y después que siguieron
a los madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón al otro lado
del Jordán."
Ayer leímos la manera como Dios redujo el ejército de Gedeón,
de 32 mil a solo 300 hombres, antes
de una importante batalla. Hoy veremos lo que pasó después.
Gedeón, sin duda, se sentía ansioso. Iba a atacar a un
campamento enemigo de más de 130 mil
soldados con solo un puñado de hombres. Pero en este aterrador momento, Dios le
dio a Gedeón lo que más necesitaba: aliento.
Dios despertó a Gedeón en medio de la noche, y lo puso en un
lugar estratégico para que oyera a un soldado enemigo contar un sueño terrible
—¡una visión de la victoria de los israelitas! Esta increíble circunstancia le
aseguró a Gedeón que el Señor estaba actuando en su difícil situación. Dios
utilizó ese incidente para demostrar su sensibilidad ante el temor de un
hombre.
Piense en cuán poderosas son las palabras de aliento de un
amigo. Son como una bendición inesperada que nos cae del cielo justamente en el
momento más difícil. No se trata de un “afortunado accidente”, sino de palabras
preciosas creadoras de confianza, venidas de parte de Dios.
El desafío que tenemos es sencillamente recordar las veces
que nuestro amoroso Padre celestial nos dio aliento en el pasado. Confiando en
la evidencia de su fidelidad, podemos enfrentar el futuro con valentía,
sabiendo que no estamos solos.
(De Encontacto.org)
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