MEDITACIÓN 13.8
Génesis 12.1-8
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y
haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y
a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de
la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot
fue con él. Y era Abram de edad de 75 años cuando salió de Harán. Tomó,
pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes
que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para
ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. Y
pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de
More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y
apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y
edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego
se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a
Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó
el nombre de Jehová.”
Dios, el Creador del universo, nos elige. Y lo hace, no solo
para salvarnos de la eternidad en el infierno. Su amor va más allá de eso. Él
quiere tener una relación estrecha con nosotros. Lo cual requiere:
Compromiso.
Dios prometió que haría de Abraham una nación grande. Le pidió al futuro
patriarca que le demostrara su sumisión obedeciendo la orden de dejar su
tierra para ir a una tierra desconocida. El compromiso del Señor para con
nosotros es claro. Nos rescató del pecado por medio de su Hijo Jesús, envió
el Espíritu Santo para morar en nosotros, y nos prometió vida eterna.
Nuestro compromiso es la obediencia, tanto en actitud interior como en acciones
exteriores.
Comunicación clara.
Para desarrollar una relación cercana, dos personas se expresarán pensamientos
y sentimientos profundos, y se escucharán mutuamente con atención. Dios nos
habla de sí y de sus planes por medio de las Sagradas Escrituras, y Él también
está dispuesto a escuchar (Salmos 10.17).
El tiempo que pasamos orando y meditando en su Palabra revela nuestro
compromiso con la comunicación, que incluye escuchar, hablar y entender.
Franqueza.
Dios nos habla sinceramente de lo que somos, de la condición del mundo, y de la
única solución: Jesucristo. Nos dice claramente las verdades difíciles
sobre nosotros, pero también nos alienta y nos ayuda en nuestros esfuerzos por
obedecerle. Nuestra parte consiste en ser francos con Él en cuanto a
nuestros pensamientos, acciones y emociones.
(De Encontacto.org)
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