miércoles, 29 de julio de 2015

“Responsabilidad del Cristiano...En sus Palabras”

     Hemos iniciado una serie de estudios bíblicos, con 1 Timoteo 4:12 como base bíblica. En esta primera entrega, estaremos viendo el primero de los compromisos o responsabilidades que todo cristiano debe tener. La parte del verso que tomaremos es“...Sé ejemplo de los creyentes en Palabra...”

     No a todo ser humano se le hace fácil cumplir con todas sus responsabilidades, incluso en aquellas que pudieran traer situaciones negativas.  Un ejemplo sencillo: nuestra visita al dentista.  Para algunos es bien fácil hacer y asistir a sus citas, sin inconvenientes. Para otros -aunque sepan que es beneficioso- lo posponen; y -a menos que se presente alguna situación o dolor- no llevan a cabo la responsabilidad que debieran, con miras a una dentadura saludable.  Es saludable destacar que hay cosas que, aunque no nos guste, tenemos que hacerlas.... porque son para nuestro propio bien.  Que quede bien claro que nuestras responsabilidades, aunque otros quieran o intenten ayudarnos, nadie debe o puede ejecutarla como o por nosotros.

     Un ejemplo de responsabilidad cristiana, es tener muy en cuenta la manera de expresarnos, qué vocabulario usamos al compartir con los demás. No se concibe que si hemos tomado la decisión de seguir el ejemplo de Jesucristo, y las indicaciones de nuestro manual de conducta (La Biblia), nos expresemos como  “¡Generación de víboras!, así como dijo Jesús en Mateo 12:34 a los fariseos.

    Jesús se “cuestionaba” el que intentaran expresarse de buena manera, teniendo  corazones tan dañinos. Así -a lo inverso también aplicaría: No deberíamos decir cosas tan desagradables, si somos personas lavadas por la sangre de Cristo.   No podemos olvidar que de la abundancia del corazón hablará nuestra boca. Y Si realmente hemos sido limpiados y queremos agradar a Dios, esa es razón más que suficiente para que –siendo portadores de ese maravilloso tesoro- solo salgan buenas palabras.

     Otro asunto que Jesús menciona en Mateo 12:36-37, es motivo de gran alerta: De toda palabra ociosa que digamos, daremos cuenta en el día del juicio;  y también que por nuestras palabras seremos justificados... y condenados.  En esto pensad: ¡Nuestras propias palabras serán tomadas en cuenta en el día del juicio!

     Tito. 2:8 nos enseña que si nuestras palabras son sanas e irreprochables, esto conllevaría a que nuestro adversario fuera avergonzado, no teniendo nada malo que decir de nosotros.  Puesto que con lo que diga, no pudiéndolo comprobar, se le caería todo elemento injustificado.
     En 1 Corintios. 15:33 nos habla de que no cometamos errores (teniendo expresiones de desagradable sentido), puesto que las malas conversaciones nos corrompen.  Aquí entrarían las palabras de doble sentido, los chistes rojos, las groserías populares, y otros en ese mismo sentido.

     Cuando nos hacemos partícipes con expresiones desagradables -de las que utiliza el mundo-, estamos mostrando no conocer a Dios, o rechazando su voluntad para nuestras vidas.  Hablar cosas “vanas”, y que no haya algún efecto futuro, es casi imposible.  Lo que digamos hoy, puede repercutir en nuestro mañana.  Es sumamente importante que nuestra manera de hablar se mantenga dentro de los estándares de Dios, y no en los del mundo.

     Un dato especial: existen más de 400.000 palabras en nuestro idioma, y una de las razones por las que pudiéramos estar recurriendo en expresar palabras destructivas, groseras, o desagradables es por nuestra pobreza de vocabulario. Debemos leer un poco más, y profundizar -aún más- en todo ese diccionario tan maravilloso que nos presenta La Biblia.

     Hablemos con palabras hermosas y constructivas. Colosenses 4:6  nos habla de que lo que digamos sea con gracia y sazón (con sal).  Y en Efesios 4:29 nos dice que no haya palabras corrompidas, sino edificantes.   Ten presente que un corazón justo siempre piensa para responder (Proverbios 15.28).  Que el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios de engaño (1 Pedro 3.10).  

     Que sean gratos los dichos de tu boca y la meditación de tu corazón delante de Jehová; quien es tu roca y tu redentor  (Salmo 19:14)

   Cumplamos con nuestra responsabilidad de cristianos... con nuestras palabras; porque si somos hijos del Dios Altísimo, nuestro vocabulario cuenta demasiado, delante del Dios Todopoderoso y de los hombres.  Que Dios nos ayude.

Dios te bendiga!

Wilda M.V.
29.7.15




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