Juan 3.16-17
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.”
La culpa falsa puede ser un peso difícil de soportar. La
molesta sensación de vergüenza puede llevarnos a dudar del amor y la bondad
del Señor; incluso podemos empezar a preguntarnos si nuestra salvación es
real. Pero, felizmente, podemos tener alivio.
En primer lugar, es conveniente identificar la causa real
de nuestro sentimiento de culpa. Después, tenemos que recordar tres
verdades:
1. Soy especial.
Cualquier razón que demos para “demostrar” lo contrario, es una mentira de
Satanás. Cada uno de nosotros es una creación única. El Señor decidió crearnos
y dotarnos de talentos y habilidades específicos que debemos utilizar para su
gloria (Efesios 2.10).
2. Soy amado.
El Padre celestial envió a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados,
para que pudiéramos vivir con Él eternamente. No tenemos que hacer nada para
ganar su amor; ya nos pertenece al recibirlo. Lo único que tenemos que
hacer, es creer que Él murió en nuestro lugar, que fue sepultado, y que
resucitó.
3. Soy perdonado. Si
confesamos nuestros pecados, el Señor nos perdona. La Biblia promete que el
proceso es así de sencillo (1 Juan 1.9).
(De
Encontacto.org)
TPSH15082024
ResponderEliminar