MEDITACIÓN 31.7
Filipenses 3.7-10
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por
amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo
todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no
teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino
la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la
fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante
a él en su muerte”
Dios creó al hombre y a la mujer para que se relacionaran con
Él. El tipo de comunión que disfrutaron al comienzo Adán y Eva con el Señor es
también el que estaba destinado para nosotros. Pero después de entrar el pecado
en el mundo, todo cambió. La relación de intimidad que Dios quería tener con la
humanidad se rompió, y esa dañada condición ha pasado de una generación a otra.
Pero, como sabemos, ese no es el final de la historia. Dios
envió a su Hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar,
trayendo perdón por nuestros pecados y restaurando nuestra relación con Él. Por
fe en Cristo, somos adoptados en la familia de Dios y pertenecemos a Él para
siempre, tal como el Señor quiso que fuera originalmente. Dios
nos ha dado todo lo que necesitamos para relacionarnos con Él.
Pero ¿qué sucede si, después de ser salvos, no madura nuestra relación
con Cristo? Podemos perder nuestro fervor inicial por el Señor, dejar de
leer la Biblia y no asistir con regularidad a la iglesia. Lamentablemente, son muchos
los que tratan de concentrarse en el Señor, pero dejan que los asuntos
terrenales los distraigan. Pero para quienes hacen de Jesús la prioridad de su vida,
tienen una relación más profunda, que va más allá de cualquier vínculo
terrenal.
(De Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario