Meditación 23.6 |
Jeremías 18.1-6 “Palabra de Jehová que vino a Jeremías,
diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí
te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del
alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y
la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo
otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces
vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo
hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí
que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh
casa de Israel.”
En el pasaje bíblico de hoy, Dios nos enseña acerca de
su relación con sus hijos. Dice que Él hará con nosotros lo que hace un
alfarero cuando trabaja con arcilla; y que, al igual que la arcilla, estamos en
sus manos.
Dios nos trata de dos maneras:
1. Nos moldea a imagen de su Hijo
Jesucristo.
2. Nos moldea para que colaboremos en
la edificación de su reino.
Nuestra parte, como la arcilla, es someternos a su
propósito. Como el Alfarero, Él puede quitar algo de nuestra vida, acelerar el
ritmo hasta que nos sintamos fuera de control o rehacer drásticamente nuestra
manera de vivir para que vayamos en una dirección distinta. Nuestra
responsabilidad es aceptar cualquier cambio del Maestro Alfarero.
Podemos hacer esto con confianza, porque estamos en las
manos de Dios. La Biblia las describe como:
• Manos creativas cuyo experto trabajo se ve en la
naturaleza.
• Manos llenas de justicia.
• Las manos que dan y quitan vida.
• Manos fuertes y poderosas que rescataron a Israel de Egipto, y a nosotros de
la esclavitud del pecado.
• Manos que nos protegen.
• Manos que fueron perforadas para que pudiéramos ser hechos nuevos.
Cuando pensamos en que somos arcilla en las manos del
Alfarero, y en las diferentes formas que Él trata con nosotros, podemos
descansar sabiendo que “en sus manos” es exactamente el lugar en que queremos
estar.
(De Encontacto.org)
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