Jeremías
2.13 “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me
dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas
que no retienen agua.”
Para quienes
creemos en Jesús, el contentamiento debe estar presidido por una actitud
interior y por las decisiones que tomemos, no por las circunstancias externas.
Pablo lo había aprendido, y por eso era capaz de tener gozo y paz en cualquier
tipo de situación —tanto si estaba rodeado de amigos o aislado en una prisión
romana; tanto en abundancia como en gran necesidad.
El apóstol entendía lo que significaba
vivir en Cristo, y tener a Cristo viviendo en él (Juan
15.1-9; Gálatas
5.22-23). Había tomado la sencilla pero profunda decisión de hacer depender
su vida del Señor; como resultado, tenía la tranquila seguridad de que lo que
poseía en su interior nunca podría serle robado. Estaba confiado en su
identidad como hijo de Dios, con pleno acceso a la vida abundante que Jesús
ofrece.
Quiero invitarte esta
semana —cuando algo amenace con robarte tu contentamiento— que elijas depender de Dios; decidas dejar de depender de otras fuentes y de tratar de
tener el control. Cuando te dés cuenta de que algo te está poniendo
nervioso, ansioso o enojado, di: “Señor, tú eres mi fuente, y dependo de
ti para ser amable. Dependo de ti para que me des el perdón que necesito
brindar en este momento. Dependo de ti para el amor que necesito expresar”. Esta
decisión es un asunto de sencilla confianza.
Observe cómo Dios
aquietará tu espíritu y te dará confianza cuando dependas de Él solamente. Te sorprenderás de tu
propia actitud; cuando tu respuesta sea interna —no superficial— el Señor
Jesús te dará la capacidad para responder como Él lo haría.
(De
Encontacto.org)
(TPSH 270922)
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