30.05.2015
Santiago 4.6-10 “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
Santiago 4.6-10 “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
“Acercaos a Dios, y él se
acercará a vosotros”. ¡Esa es una promesa maravillosa! Si venimos a Él sumidos,
arrepentidos y humillados, Él actúa de inmediato con su perdón, su amor y su
aceptación. No hay espacio para la autosuficiencia en esta relación. Solo en la
humildad de la impotencia descubrimos la suficiencia de su presencia.
A primera vista, puede
parecer que somos nosotros los que iniciamos esta relación, pero en realidad es
Dios quien ha tomado la iniciativa; simplemente estamos respondiendo a su invitación
(Juan 6.44). Muchas veces, el Señor usa
situaciones y dificultades para captar nuestra atención y estimular nuestra sed
de Él. Lo que nos parece que es una situación dolorosa o desesperante es su
invitación para que nos acerquemos a Él.
Incluso nuestros mayores fracasos y pecados pueden llevarnos a
Cristo, cuando buscamos el perdón del Padre. Con una actitud de humilde
arrepentimiento podemos iniciar una relación más íntima con Dios. Pero si
continuamos viviendo en rebeldía y no estamos dispuestos a reconocer nuestro
pecado y arrepentirnos, Él no se acercará a nosotros para revelarnos más de sí.
El pecado bloquea siempre la capacidad de conocer al Señor.
¿Ha permitido que la
adversidad o el fracaso le alejen de Dios en vez de acercarle a Él? Para poner
distancia entre usted y Jesucristo, Satanás utilizará engañosamente las mismas
situaciones que el Señor puede utilizar para acercarle a Él. No permita que el
enemigo gane la batalla. Por el contrario, resista al diablo, y él huirá de
usted (Santiago 4.7).
(De Encontacto.org)
TPSH.270522
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