Lectura en Hebreos 11.17-19 “Por la fe Abraham,
cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas
ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será
llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para
levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le
volvió a recibir.”
Algunas personas me han dicho: “Me gustaría tener una fe grande”.
Aunque a la mayoría de nosotros nos gustaría que Dios dejara caer ese tipo de
confianza en nuestro regazo, esa no es la forma como Él actúa.
La fe aumenta
como resultado de nuestra obediencia en las cosas pequeñas. Todos nos
maravillamos por la disposición de Abraham de inmolar a Isaac por orden del
Señor. Pero ¿se ha detenido usted alguna vez a pensar en todos sus pasos
pequeños de sumisión que prepararon el camino para esta inmensa prueba?
Abraham obedeció a Dios durante toda su vida. Por orden del
Señor dejó su tierra (Génesis 12.1-4),
engendró a Isaac cuando él y su esposa eran ancianos (21:1-3),
y despidió a su hijo Ismael (Génesis 21:9-14). En el momento que se le pidió
que ofreciera a Isaac como sacrificio, ya sabía que Dios cumpliría sus
promesas. Las experiencias del pasado le habían enseñado a confiar en el Señor.
De la misma manera, cada paso de obediencia fortalece nuestra
confianza en Dios. De manera que, cuando nos desafíe a una tarea más difícil,
un firme sentimiento de certidumbre nos permitirá confiar y obedecer. Los
grandes actos de fe fluyen de nuestras interacciones pasadas con el Señor.
Al desatender sus simples instrucciones, perdemos oportunidades de ser testigos
de su fidelidad.
¿Tiene problemas para confiar en el Señor? Tal vez sea porque
ha ignorado al Espíritu Santo. Dios considera importantes cada una de sus
instrucciones, y promete premiar cada acto de obediencia, no importa su
tamaño. Una fe grande comienza con pasos pequeños.
(De Encontacto.org)
...................................
Lectura antes de iniciar las labores: Romanos 5:1-10
No hay comentarios:
Publicar un comentario