1 Timoteo 1.12, 13
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro
Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, 13 habiendo
yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a
misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.”
Algunas personas creen que pensar mal de sí mismas es señal
de humildad. Pero Pablo es un hermoso ejemplo de cómo debemos acercarnos a
Dios. No se recrimina a sí mismo, ni le dice a Dios lo vil y pecaminoso que
cree ser. En vez de eso, habla en repetidas ocasiones con un espíritu de
humildad sobre la gracia del Señor. Hay 7 cosas que podemos hacer para que el
Señor desarrolle tal espíritu de humildad en nuestra vida.
Para buscar humildad es necesario:
Morir a
nuestro ego. Debemos negarnos a ponernos en primer lugar y preguntarle al
Señor cuál es su voluntad para nuestra situación.
Dios quiere que nos dediquemos
a otras personas, porque Él nos ha hecho depósitos de su verdad
—algo que necesitan en gran medida quienes nos rodean. Y cuando Dios bendice a
los demás, quienes seguimos a Cristo debemos gozarnos por las cosas buenas que
reciban (Romanos 12.15).
En cuanto a nosotros, debemos depender totalmente de Dios. Si
queremos vivir con verdadera humildad, debemos confiar en Él en cada
circunstancia. El Señor tiene muchas cosas buenas reservadas para nosotros. Si dirigimos nuestros
pensamientos continuamente a su bondad, nuestra confianza en Él crecerá.
También es importante que nos distanciemos
de todo lo que apele a nuestro orgullo, como la riqueza, la
vanidad o ciertas relaciones —la lista es diferente para cada persona.
Por último, debemos empeñarnos
en obedecer a Dios sin importar las consecuencias terrenales. Si
usted se humilla delante de Él, puede marcar ese día como el inicio de la mejor
parte de su vida!
(De Ministerios en Contacto)
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