viernes, 31 de octubre de 2014

“Transformados Para brillar”

Reflexión  31.10

A nadie le gusta pasar por momentos malos, ni la idea de que las cosas nos salgan mal, pero es parte de nuestro desarrollo emocional y espiritual.

Para levantar una construcción se necesita ladrillo, cal, cemento y arena. ¿Qué pasaría si se trata de unir los ladrillos solo con arena? ¿O solo con cal? Todo caería en segundos. Lo lógico sería preparar todas las medidas correctas, para una buena y fuerte construcción… así es nuestro andar en la vida. Vienen momentos de alegría, otros de tristezas, pero esperamos que todo sea color de rosas y sin espinas. Te recuerdo que nuestro crecimiento y madurez se debe a experimentar golpes, lágrimas, fracasos y pérdidas. Si todo fuera fácil, o nos guardáramos dentro de una cajita de cristal -para que nadie nos lastime-, y no supiéramos lo que significa dolor, seriamos personas sin sentimientos, por no saber experimentar las faltas.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2.10) Vamos en aumento como la luz de la aurora. Si solo recibimos golpes, maltratos, ningún tipo de contacto físico ni palabras de afecto, eso sería atroz. Se ha comprobado que en niños que fueron abandonados y criados en orfanatos, donde solo se le asistía para darle de comer e higienizarlos -sin contacto físico, ni abrazos, ni caricias-, estos sufren de una enfermedad llamado marasmo (apatía profunda); y cuando son adultos no saben dar ningún tipo de afecto... No se puede dar lo que no se tiene.

Quizás te preguntes: ¿Dios quiere esto para mi vida? Claro que no! Pero por causa de nuestra naturaleza pecaminosa es necesario que pasemos por situaciones difíciles, porque tenemos que entender y aprender a tomar lo bueno y desechar lo malo, porque es parte del proceso de cambio para ir camino a la santidad, ya que en Su Palabra dice: "Sin santidad nadie verá al Señor" (Hebreos 12.14).

También Dios nos dice, que todas las cosas negativas, nos ayudan a bien (Romanos 8:28). Así vamos creciendo, madurando, y sale lo mejor de nosotros. Es como ver una oruga en su crisálida, que se transforma lentamente y llega a su máximo esplendor, convirtiéndose en hermosa mariposa para tomar el vuelo. Nuestra vida está escondida en Cristo y se revela -día a día- en la medida en que lo buscamos. Ante la aflicción, la mejor respuesta es dar adoración a Dios -aunque resulte difícil.

En el colegio te dan una lección y luego te toman prueba, la vida te da pruebas y por cada prueba una lección. En los momentos de angustia contamos una y otra vez el mismo problema, a personas que no son aptas para darnos salidas; a quienes son como el equipo contrario de un campeonato de ping-pong, tú le lanzas la pelotita (tu problema), y te la devuelven con más fuerza; y tú la vuelves a tirar …así te pasas la vida. No encuentras respuestas, porque eliges tener una charla horizontal con alguien y no una vertical con Dios.

Si en la primera aparición de un problema te enfocas hacia arriba, donde está Dios… puede que el problema vuelva a ti, pero en ti habrá una transformación que te permitirá verlo totalmente diferente. La recomendación es: Nunca juegues al ping-pong con tu problema, arrójaselo a Jesús. Ante todo aquello que no te deja avanzar, te hace retroceder, y no te deja tomar impulso: Recuerda que Jesús está con sus brazos abiertos, esperando pacientemente cada paso que des hacia Él.

Como se ríe en la vida, también se llora… En todo momento dale gracias a Dios, porque detrás de tus lágrimas hay una gran victoria; habrás aprendido algo nuevo, habrás aprendido a ponerte en el lugar de aquellos que sufren… serás sensible al necesitado. La sensibilidad viene luego de haber sido confrontados y sanados. Solo así seremos de bendición a los demás; sabremos reír con los que ríen y llorar con los que lloran. Tus lágrimas no caen al vacío, Dios las recoge y las cambia en alegría y baile (Salmos 30.11).

Hoy la luz de Cristo quiere iluminar tu vida. Levántate y resplandece (Isaías 60:1). Jesús te dice: Yo deseo caminar contigo…sostenerte de tus manos. Si hoy estás pasando una situación difícil: Quiero restaurarte, libertarte, sanarte y entregarte en tus manos la victoria!

Por Silvia Razongles. Avanzapormas.com (modificado WMV)

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