Lectura en Filipenses 4.18-20 “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. 19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20 Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”
Cada necesidad que experimentaremos en la vida ha sido ya suplida en Jesucristo. Por su poder, Dios ha preparado bendiciones para ocuparse de cada una de nuestras necesidades en su tiempo perfecto. A veces, cuando la vida no es exactamente lo que esperábamos que fuera, comenzamos a desesperarnos y olvidamos que el Señor sabe más que nosotros.
A veces, alguna necesidad -física, espiritual, interpersonal, emocional o económica- continúa porque el Señor está tratando de captar nuestra atención. Dios quiere que nos enfoquemos en Él para poder corregir nuestra manera de pensar. Desea que tengamos abundancia, pero sabe que no podemos disfrutar de la bendición hasta que le hayamos permitido que opere en nuestra vida.
En otras ocasiones, la manera en que nos acercamos a Dios puede ser lo que pone trabas a las bendiciones que ha prometido. Quizás nuestras oraciones reflejan sentimientos de inferioridad e inseguridad, aunque como miembros de la familia de Dios no tenemos ninguna razón para venir a nuestro Padre arrastrándonos como un mendigo. ¡Él quiere que sus hijos vengan con confianza, esperando recibir las bendiciones que anhela darles!
No malinterprete. Podemos esperar bendiciones, pero no podemos imponer cuándo, o cómo, o qué deben ser. Dios sabe lo que es mejor, y está de verdad interesado en nuestro bienestar. Y aunque no promete que todo será fácil, sí promete darnos consuelo espiritual y atender a cada una de nuestras necesidades. Mantenga la expectativa; Él va a hacer algo más allá de lo que usted pudiera haber imaginado.
(De Ministerios En Contacto)
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