Lectura bíblica en Génesis 37:18-28 (Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.)
Cuando era adolescente, José lo perdió casi todo: su familia, hogar y libertad. ¡Qué desconcertado debió haberse sentido por el odio de sus hermanos y por esas pérdidas tan aplastantes! Pero lo que nunca perdió fue su fe en Dios.
La vida normalmente es así. Los cambios repentinos en la salud o en las finanzas, la muerte inesperada de un ser querido, o la deslealtad de un buen amigo puede llevarnos a un tiempo de oscuridad. No entendemos por qué el Señor ha permitido la prueba o dejado que el dolor siga. José probablemente se preguntaba lo mismo, pero supo aferrarse a su fe. Incluso como esclavo en una tierra extranjera experimentó la bendición de la presencia de Dios. Y al reconocer que el Señor estaba con este joven cautivo, su amo egipcio se mostró favorable a él (Génesis 39.2, 3).
La clave para caminar por los valles de oscuridad —tiempos cuando la vida parece estar desmoronándose y el futuro se ve lúgubre— es aceptar la realidad de la presencia del Señor con nosotros. En el momento en que una persona acepta a Cristo como salvador, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ella y la sella como propiedad de Dios para siempre. Gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros, nunca prescindimos de la ayuda de Dios. Ninguna circunstancia, sufrimiento o pérdida puede separarnos de Él o de su amor (Romanos 8.35, 38, 39).
Tome unos minutos cada día para reflexionar en la promesa que nos hizo Jesús de que estaría con nosotros siempre (Mateo 28.20). Tal verdad se afincará en lo profundo de su alma y le sostendrá en los momentos difíciles. (De Ministerios en Contacto)
Lectura antes de iniciar labores: Lucas 13:3-9 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
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