Lectura bíblica en Salmos 143.8 (Hazme oír por la mañana tu
misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por
donde ande, porque a ti he elevado mi alma)
Ya hemos identificado algunas de nuestras inseguridades. Ahora,
necesitamos dirigir nuestra atención a sus efectos.
Para empezar, las personas inseguras tienen dificultades para
establecer relaciones buenas y duraderas. Simplemente no son capaces de entender
cómo pudieran añadir valor a la vida de alguien. Esto es una tragedia, porque
cada uno de nosotros necesita tener amistades que nos ayuden a crecer.
Asimismo, las personas inseguras son vistas a menudo como
orgullosas y presumidas. La falta de confianza en sí mismas puede hacer que se
distancien de los demás, lo que puede confundirse fácilmente con arrogancia.
Pueden, por ello, dar la impresión de que simplemente no quieren estar con las
demás personas.
Además, la
inseguridad lleva con frecuencia a la indecisión y al temor. Las personas
pueden estar tan intimidadas por sus dudas que les resulte imposible tomar
decisiones. Se preguntan: ¿Y si cometo
un error? Bueno, ¿qué puede pasar? Cometer errores es una de las
mejores maneras de aprender cómo hacer algo correctamente. No tenga temor de
intentarlo. Incluso, si no tiene éxito, al menos puede descansar en el hecho de
que hizo lo más que pudo.
Al cabo de un tiempo, las personas inseguras generalmente se
exasperan y comienzan a molestarse por el éxito y la felicidad de los demás. No
permita que esa calamidad afecte sus relaciones. Ore por la capacidad de
reconocer sus inseguridades, y luego dé un paso hacia la libertad pidiendo al
Señor que las sane.
(De Ministerios En Contacto)
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