jueves, 3 de julio de 2014

“Nuestro Concepto Despreocupado del Pecado”

Romanos 6:1-7 (¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.)
Los creyentes reconocen la depravación del pecado, pero siguen teniendo actitud indiferente frente al mismo. Hay quienes dicen: “Todo el mundo peca de vez en cuando, así que cuando peco me confieso, y ya”.

Pero, en realidad, sabemos que la cuestión no es tan sencilla. Dios es efectivamente fiel para perdonar (1 Juan 1.9), pero su misericordia no está diseñada como una licencia para pecar. Sus mandamientos son para protegernos de la esclavitud del pecado. Cada decisión de violar las normas de Dios añaden otro eslabón a nuestra cadena de esclavitud, que con el tiempo llega a ser lo suficientemente larga para envolver nuestro corazón. Cuando esto sucede, nos vemos impedidos de disfrutar de las bendiciones del Señor.

Cualquier pecado, no importa lo insignificante que parezca, es desobediencia. Creemos que una mentira pesa apenas un poco, mientras que robar sí pesa mucho; vemos el adulterio como bastante pesado, pero menos grave que el homicidio. Pero el sentir de Dios difiere de este concepto de fabricación humana. El Señor Jesús tuvo de todas maneras que morir en la cruz para perdonar aun una mentira. Aunque pecados diferentes causan diferentes de calamidades, hace falta el mismo sacrificio para pagar el castigo por un robo, que el que se necesita para perdonar un asesinato.

Somos privilegiados por tener un Padre que nos libera de las cadenas humanas. Pero no hemos sido liberados para poder desobedecer; por el contrario, Dios nos brinda la libertad de la atadura al pecado. (De Encontacto.org)

Lectura antes de iniciar las labores: Salmos 101
1. Misericordia y juicio cantaré; A ti cantaré yo, oh Jehová.  2. Entenderé el camino de la perfección Cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.  3. No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían; Ninguno de ellos se acercará a mí.  4. Corazón perverso se apartará de mí; No conoceré al malvado. 5. Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso. 6. Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá. 7. No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.  8. De mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, Para exterminar de la ciudad de Jehová a todos los que hagan iniquidad.

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