jueves, 31 de julio de 2014

"El Llamado a la Santidad” Meditacion 31.7


Lectura bíblica en 1 Pedro 1:13-2:3 (Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque:  Toda carne es como hierba,  Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.  La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor)

Los creyentes somos llamados a ser un pueblo santo. Santidad significa ser apartados por Dios para sus propósitos. Este proceso de santificación comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, y continúa por el resto de nuestras vidas.

El Espíritu Santo hace que nuestra voluntad y nuestros anhelos estén en armonía con los suyos. Al someternos a su dirección, comenzaremos a desear lo que Él desea. Con su guía, decidiremos consagrar nuestra conducta, nuestra conversación y nuestro carácter a Dios solamente. El Espíritu nos enseña cómo hacer de la santidad un modo de vida, en vez de verla como algo inalcanzable. Dios nos ha colocado donde vivimos y trabajamos, no para aislarnos sino para reflejar quién es Cristo mientras nos relacionamos con otras personas. Si estamos en el proceso de ser conformados a la semejanza del Señor Jesús, entonces cuanto más vivamos y maduremos espiritualmente, más podrán los demás reconocer al Salvador en nosotros. Nuestros corazones deben volverse más suaves, y desear amar y servir más a otros.

Si somos embajadores de Cristo, entonces nuestras vidas deben ser santas; de lo contrario, lo estamos representando mal. Si somos el cuerpo de Cristo, entonces nuestras manos son sus manos; nuestros ojos, sus ojos; y nuestros pies, sus pies. Cuando permitimos que Jesús hable, ame y sirva por medio de nosotros, los demás se verán impulsados a preguntar por qué tenemos vidas tan vibrantes. Todos los seguidores de Cristo son llamados a ser santos. Responder a este llamado cada día, es hacer nuestra la Gran Comisión.

(De Ministerios En Contacto)

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