jueves, 12 de junio de 2014

“Cómo Ven los Niños a Dios”

Lectura bíblica en Efesios 5:1-9    "1. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.   2. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó asimismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.    3. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;  4. ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.  5. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7. No seáis, pues, partícipes con ellos. 8. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz  9. (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad)"

La primera imagen de Dios que tiene un niño es su padre terrenal. Nosotros, los cristianos, pasamos mucho tiempo hablando de cómo preservar o mejorar nuestro testimonio. Necesitamos vivir nuestra fe delante de los compañeros de trabajo y los amigos; pero también queremos, en la intimidad de nuestro hogar, que nuestra familia vea a Jesús en nosotros. Si demostramos perdón, paciencia y aceptación, nuestros hijos esperarán encontrar esas cualidades en el Padre celestial.

Del mismo modo, las conductas negativas -como la severidad, la indiferencia, o el abandono emocional- moldean el concepto de un niño en cuanto a Dios. Recuerdo a un joven que vino a verme preocupado por su salvación. Había recibido a Cristo como su Salvador personal, pero no estaba convencido de que realmente había sido perdonado. Cuando abrí la Biblia para demostrárselo, respondió: “Las creo, pero no estoy seguro de que las promesas de Dios sean para mí”. Pareció sorprendido cuando le pregunté después cómo era su relación con su padre. Durante nuestra conversación, emergió que su padre muchas veces había hecho promesas que había dejado de cumplir. Ahora, años más tarde, ese hijo carecía de la seguridad de que Dios cumpliría su palabra.

Ser un reflejo del Señor no requiere habilidades especiales; la única guía que necesitamos es la Biblia. Al ver la paternidad como un área de servicio y de ministerio, todos los hombres son capaces de ser padres exitosos. Como sucede con cualquier servicio hecho a Dios, el Espíritu Santo da a los padres la sabiduría y la guía que necesitan para criar a sus hijos. (De Encontacto.org)

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