Lectura bíblica en Hebreos 12:1-2 (Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.)
Aunque a todo el mundo le gustaría sentirse exitoso, muchas de las personas —si no la mayoría— no se ven de esa manera. Puede parecerle sorprendente, pero muchos creyentes tampoco se consideran exitosos espiritualmente.
Uno de los culpables es el temor. Podemos pensar que carecemos de experiencia o habilidades suficientes para realizar alguna tarea que Dios nos ha dado. Como resultado, el temor puede convertirse en un sentimiento dominante. En vez de avanzar, comenzamos a visualizar nuestro fracaso. ¿Podría ser este el caso suyo cuando imagina su futuro?
Otro impedimento del éxito es la duda. Nos hace cuestionar nuestra forma de pensar, nuestras habilidades dadas por Dios, e incluso su dirección. Si no sabemos lo que el Señor dice en su Palabra, nos resultará difícil entender lo que Él quiere de nosotros.
Por otra parte, los fracasos del pasado y los sentimientos de culpa por los errores cometidos, pueden crear dudas; también los comentarios críticos de los demás pueden frenarnos.
El éxito también puede verse obstaculizado por las excusas que ofrecemos para no hacer lo que Dios nos ha pedido. Adán culpó a Eva; Eva culpó a la serpiente; Moisés dijo que no era bueno para hablar en público. ¿Qué excusas ha estado dando usted últimamente?
Hay maneras de eliminar los obstáculos del éxito. Contrarreste el temor con la Sagrada Escritura; recuerde que ha recibido un espíritu de poder de parte del Señor (2 Timoteo 1:7); e invierta tiempo en profundizar su relación con Dios; así podrá creer y obedecer sus instrucciones. (De Encontacto.org)
En nuestra lectura -antes de iniciar la jornada laboral- además de los versos 1 y 2 compartimos hasta el verso 11… 3. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5. y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6. Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8. Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10. Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 11. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario