Romanos 5:1-5 (Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. )
Los rápidos cambios en nuestro mundo pueden robarnos la paz. Podemos ser afligidos por el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor, los conflictos políticos, las epidemias, y las crisis económicas.
En la medida que los problemas se acumulan, podemos desanimarnos y darnos por vencidos. Pero, basar toda nuestra esperanza en la capacidad del hombre para resolver los problemas o modificar una situación, no es la respuesta. Podemos tener solamente paz temporal cuando modificamos nuestras circunstancias o ajustamos nuestra conducta externa.
La raíz del problema en nuestra cultura es espiritual —es decir, el hombre tiene una naturaleza pecaminosa que está en enemistad contra Dios. El pecado nos lleva a pensar solamente en nuestro propio interés y en buscar lo que queremos. Ni nuestra inteligencia ni nuestro talento pueden darnos paz con Dios. Pero los que ponen su fe en Jesucristo como Salvador, reciben una nueva naturaleza y son reconciliados con el Señor.
Como sus hijos adoptados, no solo estamos en paz con Él, sino que también hemos recibido el poder para vivir en armonía unos con otros. No importa cuánto cambie la vida, podemos tener esperanza, porque estamos anclados a un fundamento firme que nunca será conmovido (Isaías 28.16).
La esperanza del creyente descansa en el Dios Trino —Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestro Padre celestial nos conoce a cada uno por nombre (Isaías 43.1). Nuestro Salvador cumple cada promesa divina (2 Corintios 1.20). Y el Espíritu Santo nos garantiza que estamos seguros en Cristo, tanto en esta vida como en la venidera. (De Encontacto.org)
Y yo te pregunto…. Te gustaría sentir esa paz que solo Cristo ofrece?
Hoy es un buen día para decir, con todo tu corazón: Señor reconozco que necesito tu paz, y tu ayuda para seguir adelante en este camino lleno de tantas pruebas y dificultades; en tus manos me deposito; también te entrego mi alma, mi mente y mi corazón. Te entrego el control total de lo que soy. También te pido, Señor, que escribas mi nombre en el libro de la vida, y que no lo borres jamás. Ayúdame a sentir la paz que tu das, a serte fiel y a caminar según tu voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.
Dios bendiga tu vida con Su palabra, la grabe en tu corazón, y te ayude a ponerla por obra!
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