miércoles, 11 de diciembre de 2013

“Los que Sufren”

Marcos 10:46-52 (Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.)
En medio del dolor, podemos llegar a preguntarnos si a Dios le importa, o si incluso sabe lo que estamos viviendo. Lo cual puede darnos un concepto equivocado de quién es Él.

La Biblia enseña que Dios trino es omnisciente. En otras palabras, Él lo sabe todo. Ninguna acción, persona o situación —pasada, presente o futura— le es desconocida (Salmos 33.13-15; Hebreos 4.13).

El Señor “escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” (1 Crónicas 28.9). Por su conocimiento perfecto, Él nos conoce y sabe lo que necesitamos (Mateo 10.30). El amor de Dios y su preocupación por nosotros no cambian, incluso cuando nuestro sufrimiento sea resultado de nuestra propia conducta.

Jesús demostró una y otra vez el cuidado del Padre celestial por su pueblo. Se reunió con Nicodemo, y sin condenarlo o acusarlo le mostró el camino al Padre (Juan 3.3). En otra ocasión, el Señor visitó a Zaqueo, un hombre cuya falta de honradez había perjudicado a muchos económicamente. Y el Señor Jesús inició incluso una conversación con la mujer samaritana, una marginada por la sociedad. También demoró su viaje en respuesta al clamor de un mendigo ciego —le demostró compasión a Bartimeo e inspiró fe en él. Gracias a Jesucristo, podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial se preocupa por nosotros.

El amor de Dios se extiende sobre nosotros, y por tanto quiere que vengamos a Él con nuestras preguntas y sufrimientos. No permita que las pruebas le nublen la mente en cuanto al gran amor que Dios le tiene. Acepte la invitación del Señor, y traiga sus cargas a Él (Mateo 11.28). (De Encontacto.org)

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Salmos 33:13-15 “Desde los cielos miró Jehová; Vio a todos los hijos de los hombres; desde el lugar de su morada miró sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; atento está a todas sus obras.
Hebreos 4.13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
1 Crónicas 28.9 Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.

Mateo 10.30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
Juan 3.3. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Mateo 11.28. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

Señor que tu Espíritu Santo traiga revelación y bendición a los que leen estas palabras. Amén!

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