miércoles, 9 de octubre de 2013

Las Consecuencias del Pecado


Gálatas 5:19-25 (Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. )

Si usted plantara varias semillas de manzana, ¿qué cosecharía? ¡Manzanas, por supuesto! Es absurdo plantar semillas de manzana y esperar tener una cosecha de naranjas, ¿no es así?

Ahora bien, si usted plantara semillas de pecado en su vida, ¿qué cosecharía? Por desgracia, el resultado es tan lógico como la consecuencia de sembrar semillas de manzana.

¿Por qué, entonces, es tan obvia la respuesta cuando hablamos de frutas, pero tan evasiva cuando se trata del pecado en nuestras vidas? Muchas personas que se involucran en actividades pecaminosas, se sienten sorprendidas y acongojadas cuando descubren las consecuencias desastrosas.

¿Por qué se sorprenden? Probablemente porque nunca piensan que están sembrando semillas de pecado; en vez de eso, se ven a sí mismas simplemente como “pasando un buen rato”.

Esta es una maniobra característica de Satanás. Con la tentación, el diablo ofrece siempre una cosa, pero después da algo totalmente diferente. Lo bueno que creemos que estamos recibiendo se vuelve amargo antes de que podamos disfrutarlo totalmente. Es así porque el diablo no puede dar gozo duradero; lo único que sirve son mentiras y destrucción.

Lea el pasaje de hoy y pregúntese a sí mismo: ¿Estoy plantando semillas de la carne o del Espíritu? ¿Quiero cosechar las consecuencias del pecado, o quiero una cosecha de fruto espiritual?

Simplemente, no hay comparación entre las dos opciones. En realidad, podría decir que es la misma diferencia que hay entre manzanas y naranjas. (En Contacto.org)

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