Isaías 55:1-2 (A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. 2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.)
¿Alguna vez se ha parado frente al refrigerador, tratando de encontrar algo para satisfacer una vaga sensación de vacío? No está buscando nada específico, pero sabe que necesita algo. Probablemente, nada de lo que haga servirá, porque el espacio vacío no está en su estómago sino en su alma.
Ya sea que busque comida, prestigio, posesiones o compañía, nuestras almas están tratando de encontrar satisfacción continuamente. Pero nada en este mundo va a llenar ese vacío, ya que fuimos creados para relacionarnos con Dios, Él puso en lo más profundo de nosotros el anhelo de buscarlo. Aunque es posible que no identifiquemos ese vacío como tal, todos conocemos el sentimiento de insatisfacción que a veces se filtra en nuestras almas. Cada vez que buscamos satisfacción en cosas del mundo, terminamos con desengaño y desilusión.
Hay dos posibles menús de donde podemos elegir para llenar nuestro vacío. El menú de Satanás es grande y lleno de cosas atractivas que parecen prometer satisfacción y placer: dinero, amistades, notoriedad, aceptación o reconocimiento. Todo lo que Satanás ofrece parece la clase de vida que traerá satisfacción, pero es un engaño. En cambio, el menú de Dios es bastante pequeño. De hecho, solo tiene un “plato”: Jesús. Él es el único capaz de llenar el vacío.
¿Ha encontrado usted la satisfacción que busca, o tiene una vaga sensación de descontento en su alma? Haga del Señor Jesús su máxima prioridad, y dedique tiempo para pasarlo tranquilo y enfocado en Él. El Señor le va a satisfacer como nada más puede hacerlo. (De Encontacto.org)
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Comentario: Una meditación a pedir de boca!
Precisamente en nuestra célula-reunión de almuerzo de este día, leíamos y meditábamos en 1 Samuel 12:21 donde nos habla de que no nos acerquemos en pos de vanidades, las cuales no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Y ahora nos encontramos con que el profeta Isaías nos habla de por qué gastamos nuestro dinero en lo que no es necesario, y que lo más importante es deleitarnos en las cosas de Dios.
Nos habla de que existen espacios vacíos en nosotros que por más que nos esforcemos, nunca serán llenados; pues estamos encaminando nuestros esfuerzos por rumbos equivocados, y hacemos tantas cosas insensatas tratando de satisfacer lo que entendemos nos llenará, lo cual solo es considerado en nuestras mentes y corazones desviados. Y que al buscar la satisfacción en esas cosas, terminamos desilusionados y con mayor carga.
Pero que maravilloso que, aunque nos habla en esa primera parte de los tumbos a ciega que damos, nos resalta el tema de los “2 menús” … Uno con platos bien variados y apetitosos, y otro con uno único y que satisface todo paladar y necesidad…Jesús!
Que Jesús sea ese alimento, ese bien, esa necesidad que supla cada día nuestras vidas… Ningún manjar mas deleitoso que ese único plato… Jesús!
Te invito a que analices esas necesidades por las cuales luchas tanto, y en la próxima que surja tengas presente que tienes una única opción para todas y cada una de ellas… Jesús… El Rey de Reyes, y Señor de Señores!.
Dios te bendiga!
Wilda
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