viernes, 5 de julio de 2013

"Convicción de Pecado o Condenación”


Romanos 8:1-2  (Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.)

A veces, es fácil aun para los creyentes ser confundidos, porque las emociones pueden ser engañosas. Por esta razón, no es prudente confiar en los sentimientos o basar nuestras decisiones en ellos.
Pero ¿qué de los momentos cuando usted se siente inseguro? Probablemente puede recordar períodos cuando estuvo sintiendo la convicción del Espíritu Santo, pero se preguntaba si eso podía ser más bien una condenación proveniente del enemigo.

Hay una diferencia entre la emoción y la verdadera convicción o conciencia de haber pecado (Juan 16.7-8). El Espíritu Santo provoca la convicción de pecado como una expresión de su amor, porque Él quiere mantenerle a usted en el camino correcto. Una manera segura de saber si se trata de una convicción del Espíritu Santo, es que Él siempre identificará algo específico (Salmos 51.3-4; Lucas 22.60-62). Dios no dudará en poner su dedo en cualquier cosa que esté fuera de su voluntad.

Por el contrario, Satanás tratará de inspirar sentimientos de culpa y condenación, susurrándole: “¿Y te llamas cristiano? ”. El enemigo quiere agobiarlo de tal manera, que se vuelva inútil para el Señor. Cuando los creyentes deciden escuchar esa voz engañosa, pueden llegar  a sentirse incapaces por las falsedades del padre de mentiras.

El Espíritu Santo utiliza la convicción de una manera positiva, para prevenir contra el peligro al creyente que se ha descarriado, para hacerlo volver al camino que el Señor ha dispuesto para él. Afortunadamente, este es uno de los incesantes actos de amor de Dios.  (De Encontacto.org)
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Sintetizando:
No hay condenación para los que estamos en Cristo (los que le hemos confesado públicamente como nuestro Señor y Salvador, y nos mantenemos en Su camino)
Mediante Su Espíritu, somos libertados de los pecados cometidos (y de los que, arrepentidos, le confesemos en  nuestro día a día)
No nos dejemos llevar por las emociones de nuestros sentimientos, sino por una verdadera convicción en todo lo relativo a pecado (que no es más que la desviación de la voluntad de Dios).
Mantenernos en el camino correcto tan solo es posible mediante la dirección acertada del Espíritu Santo de Dios en nosotros.
Si nos debemos a Él, su mano siempre habrá de ir a nuestro favor y protección.
Dios te bendiga
Wilda

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