miércoles, 26 de junio de 2013

"El Peligro del Dinero”


1 Timoteo 6:6-19  (Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.  Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.  Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.  Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,  que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna. )

El dinero no es bueno ni malo. No obstante, el afán por él es lo peligroso para nuestras almas.

Dios creó a la humanidad para que le amara, pero desde la tentación en el huerto del Edén, la gente entregó su corazón a deseos inferiores. El amor al dinero no solo le roba a Dios su debido lugar; también roba el contentamiento, lleva a diversas tentaciones, y puede hacer que nos apartemos de nuestro Creador.

Pero la cantidad de dinero que tengamos no es la fuente del problema. La raíz tiene su origen en los deseos del corazón. Nunca nos parece que tenemos suficiente, no importa cuál sea nuestra situación económica. El atractivo del dinero promete placeres y seguridad, pero si nos consagramos a la búsqueda de las riquezas, descubriremos que solo conduce a la perdición y al sufrimiento.

Marcos 4.19 habla del “engaño de las riquezas”. Haga memoria del día cuando compró algo que realmente necesitaba. ¿Recuerda la satisfacción que le producía ese artículo cuando estaba nuevo? ¿Qué me dice de ahora? ¿Se siente de la misma manera? La satisfacción que dan las cosas materiales es pasajera y, por tanto, se hace necesaria la búsqueda de más para recuperar la misma sensación de gratificación.

El placer duradero y la seguridad se encuentran únicamente en Dios. Él “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6.17). Pero si dejamos que los bienes se conviertan en nuestro deseo principal, perderemos nuestro contentamiento. Busque al Señor por medio de su Palabra y la oración; al aprender a deleitarse en Él, usted descubrirá la satisfacción verdadera para su alma.   (De Encontacto.org)
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Resumiendo:
Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada nos llevaremos.
Con sustento (alimento) y abrigo (techo y vestido) estemos contentos.
Raíz de todos los males es el amor al dinero.
Echemos mano de la vida eterna.
No ser arrogantes, ni poner la esperanza en riquezas...son inciertas.
Hacer siempre el bien, ser ricos en buenas obras.
El dinero no es bueno ni malo, el afán por él es lo peligroso para el alma.
Amar el dinero roba a Dios su lugar, nuestro contentamiento y nos lleva a grandes tentaciones.
La cantidad de dinero no es el problema, sino el lugar que ocupa en el corazón.
Todo lo material es pasajero. No seas un esclavo del dinero y  sus resultados.

El placer duradero y la seguridad se encuentran únicamente en Dios; busquémosle de corazón por medio de su Palabra y la oración, ya que solamente así descubriremos la satisfacción verdadera de nuestra alma.

Dios  te bendiga
Wilda

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