miércoles, 1 de mayo de 2013

"Siervo de Dios"

Gálatas 5:12-14 (RVR1960)   !!Ojalá se mutilasen los que os perturban!  Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Servíos por amor En un mundo que realza el poder y el egoísmo, hablar de ser siervo parece fuera de lugar. Pero Dios quiere que tú y yo seamos siervos de Él.

El siervo de Dios tiene en mente a los demás. Se olvida de sí mismo (Filipenses 2.4). Al dejar de centrarte en tus necesidades, comenzarás a darte cuenta de las necesidades que te rodean. Como verdadero siervo no tratas de usar a Dios para tus propósitos egoístas y manipuladores. Por el contrario, dejas que Dios te use para los planes de Él.

La humildad es una batalla de cada día. Otras características de un creyente pueden imitarse, pero la humildad no puede imitarse por mucho tiempo sin que sea descubierto el orgullo y la soberbia detrás de un corazón no arrepentido. Fíjate en el contenido de Mateo 5.41. Esta es una buena medida de tu condición de siervo de Dios.

El siervo de Dios reconoce que todo le pertenece a Dios. Cada segundo de tu tiempo le pertenece a Dios. Cada capacidad proviene de Él y debe ser solo para Él. Cada bien material, por grande o pequeño que sea, le pertenece por entero a Dios. Hablando de manera específica sobre el dinero, alguien ha dicho: “Si Jesucristo es tu Señor, el dinero te sirve; pero si el dinero es tu señor, te vuelves esclavo del dinero”. Lee Lucas 16.13.

El siervo de Dios está ocupado por completo en la tarea asignada por Dios. Cuando te encuentras ocupado en servir no tienes tiempo para criticar, comparar o competir con otros siervos. Tu servicio a Dios nunca es considerado una pérdida, aunque otros lo digan. Deja que Dios evalúe a cada siervo (Romanos 14.4). Deja que Dios se encargue de defenderte ante los que critican tu labor. Si sirves a Cristo, seguro que serás criticado.

El siervo de Dios no se preocupa en guardar las apariencias. Es genuino. Ya estamos cansados de rostros plásticos, sonrisas plásticas y… ministerios plásticos. No tienes que probar cuánto vales. Jesucristo les lavó los pies a sus discípulos. Esa tarea no amenazaba su propia imagen (Juan 13.3, 4), más bien la exaltó.

¿En qué basas tu valor e identidad? Si las fundamentas en tu relación con Jesucristo te sentirás libre de las expectativas que otros puedan tener (2 Corintios 10.18). Mientras más cerca estés de Dios, menos necesitarás promocionarte a ti mismo.

Reflexión: Seré un siervo de Dios en toda la amplitud de la palabra.
(Tomado de : Ministerio Provocando la BENDICION, Google+)

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