jueves, 2 de mayo de 2013

“Que la Cruz sea tu Gozo También en Tiempo de Persecución”

Cualquier acción de Cristo es motivo de gloria para la Iglesia universal; pero el máximo motivo de gloria es la cruz. Así lo expresa con acierto el Apóstol Pablo, que bien sabía: Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de Cristo.
 Fue, ciertamente, digno de admiración el hecho de que el ciego de nacimiento recobrara la vista en Siloé; pero, ¿en qué benefició esto a todos los ciegos del mundo?

Fue algo grande la resurrección de Lázaro, 4 días después de muerto; pero este beneficio lo afectó a él únicamente, pues, ¿en qué benefició a los que en todo el mundo estaban muertos por el pecado?

Fue cosa admirable el que cinco panes, como una fuente inextinguible, bastaran para alimentar a cinco mil hombres; pero, ¿en qué beneficio a los que en todo el mundo se hallaban atormentados por el hambre de la ignorancia?

Fue maravilloso el hecho de que fuera liberada aquella mujer a la que Satanás tenía ligada por la enfermedad desde hacía doce años; pero, ¿de qué nos sirvió a nosotros, que estábamos ligados con las cadenas de nuestros pecados?

En cambio, el triunfo de la cruz iluminó a todos los que padecían la ceguera del pecado, nos liberó a todos de las ataduras del pecado, redimió a todos los hombres. Por consiguiente, no hemos de avergonzarnos de la cruz del Salvador, sino más bien gloriarnos de ella.

Porque el mensaje de la cruz es escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, mas para nosotros salvación. Para los que están en vías de perdición es necedad, mas para nosotros, que estamos en vías de salvación, es fuerza de Dios. Porque el que moría por nosotros no era un hombre cualquiera, sino el Hijo de Dios, Dios hecho hombre.

En otro tiempo, aquel cordero sacrificado por orden de Moisés alejaba al exterminador.  Con mucha más razón, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo nos liberará del pecado. Si la sangre de una oveja irracional fue signo de salvación, ¿cuánto más salvadora no será la sangre de Unigénito? Él no perdió la vida coaccionado ni fue muerto a la fuerza, sino voluntariamente.

Él dice: Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar. Tengo poder para entregar mi vida y tengo poder para recuperarla. Fue, pues, a la pasión por su libre determinación, contento con la gran obra que iba a realizar, consciente del triunfo que iba a obtener, gozoso por la salvación de los hombres; al no rechazar la cruz, daba la salvación al mundo.

El que sufría no era un hombre vil, sino el Dios humanado, que luchaba por el premio de su obediencia.

Que la cruz sea tu gozo no sólo en tiempo de paz, que también en tiempo de persecución tengas la misma confianza.  No seas solo amigo de Jesús en tiempo de paz,  y enemigo en tiempo de guerra.

Recibe el perdón de tus pecados y la gracia que te otorga la magnificencia de tu Rey.

Cuando sobrevenga la lucha, pelea bravamente por tu Rey. Jesús, que en nada había pecado, fue crucificado por ti; y tú, ¿no te crucificarás por él, que fue clavado en la cruz por amor a ti?

Tú no le haces un favor a él, tú lo has recibido primero…lo que haces es devolverle el favor, saldando la duda que tienes con aquel que por ti fue crucificado en el Gólgota.

(Tomado de    Google+)

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