miércoles, 29 de mayo de 2013

“La Condena”

Romanos 2:1 “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.”

Es increíble como muchas personas toman la posición de jueces, y hasta deliberan la sentencia que deberían recibir los otros por sus delitos.
 
Existe un programa, llamado Court TV, sobre casos criminales. Recientemente presentaron el de una mujer, que asesinó a su novio de 24 puñaladas, 1 balazo en la cabeza y le cortó el cuello.  Ante esa muerte tan cruel, el estado (Arizona) busca la pena de muerte.

Conversaba del caso con unas compañeras de trabajo; 2 de ellas dijeron: se merece que la electrocuten (una de ellas confiesa ser cristiana). Yo di mi opinión asintiendo que lo hecho fue horrible, pero no estoy de acuerdo con pena de muerte, estoy segura que el sistema jurídico tiene otras manera de castigarla. Que sea Dios quien decida y  juzgue.

Mi pregunta es: Cuántos de nosotros estamos conscientes de que los pecados que hemos cometido, por inocente que parezcan y comparado con lo que hizo esta joven… también merecen pena de muerte?  O sea, eternidad en el infierno...pena de muerte eterna, para el que no se arrepiente de sus pecados.

Si usted y yo nos presentáramos delante de Dios, sin habernos arrepentido, y aceptado a Jesús como nuestro Salvador,  cuál -cree usted- sería la sentencia? … La misma muerte.  Lo único que nos salva, a quienes creemos y vivimos el evangelio, es el sacrificio que hizo Jesús en la cruz del calvario.  Y el día del juicio,  nustro abogado dirá: Señor juez mi cliente ya ha sido perdonada (o) de sus culpas y delitos, YO he pagado!

Que no se olvide que la paga del pecado es muerte, y que todo pecado -por sencillo que parezca- será pasado por la misma balanza,  y la sentencia la misma…muerte.  Yo temo, y no deseo la muerte a nadie, aun haya cometido un crimen horrendo, porque yo se que sin Jesús,  yo también merecería ese castigo.

Pensemos antes de hablar.  Si hemos nacido de nuevo, dejemos de sentenciar a los demás, y decirles que merecen la muerte o el infierno. Oremos para que esas personas se arrepientan por sus pecados.  Y aunque tengan que pagar las consecuencias de sus acciones, sepan que Dios es fiel a Su palabra.

La ley terrenal se encargará de darles el castigo que ameritan sus crímenes.  Pero recordemos  que todos hemos pecado, sin Cristo estamos destituidos de la gracia de Dios, y merecemos la muerte.  
Pudiera ser que uno de los asesinos más notorios aquí en la tierra…sea el vecino mas cercado allá en el cielo.

Gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, hoy podemos ser justificados delante del Padre.  
Dios les bendiga!

(Tomado de Judy Contreras, Google+)

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