martes, 30 de abril de 2013

“Decir las Cosas Como Son”

Leer | JUAN 9.13-25 (Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.  15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. 17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.  18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;  21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga.  23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.  24 Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.  25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo)
El ciego estuvo dispuesto a responder las preguntas acerca de su sanidad, sin importar quién se lo estuviera preguntando. Las reacciones en cuanto a su testimonio variaban. Quienes lo conocían discutían en cuanto a la autenticidad de su historia, y exigían saber cómo había llegado a ver. El hombre les dijo lo que había pasado: había conocido a un hombre llamado Jesús, quien le dio ciertas instrucciones. Cuando obedeció, fue sanado. Aunque esas personas no podían negar lo que había sucedido, tuvieron problemas para aceptar el relato, porque no podían entenderlo. Las personas en el mundo siguen haciendo lo mismo todavía, tratan de negar lo que no son capaces de explicarse.
Los fariseos también le preguntaron cómo había recibido la vista. El hombre dijo otra vez: “Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo” (Jn 9.15). Estos líderes se negaron a creerle, porque no querían aceptar a Aquel que había sido responsable del milagro. Cuando le preguntaron por segunda vez, el hombre se limitó a repetir su testimonio. “Habiendo yo sido ciego, ahora veo” (v. 25). Rechazaron otra vez sus palabras, porque se negaron a cambiar sus creencias. Muchas personas rechazan la verdad de Dios, y se aferran a su propia interpretación de los hechos.
Una tercera respuesta se ve en los padres del hombre, a quien los fariseos interrogaron para confirmar el testimonio. Pero se negaron a hacerlo porque tenían temor a las autoridades. El miedo a la reacción de alguien puede impedirnos hablar de nuestra vida transformada.
La próxima vez que tenga la oportunidad de hablar del Señor, comparta algo que ha cambiado en usted desde que lo conoció. Diga. “Yo era ___, y ahora soy ___, gracias a Jesús”.

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