Mientras hacía fila en una oficina gubernamental, con la finalidad de buscar un documento, ví en la fila lateral a una hermanita religiosa. De inmediato "escucho una voz" en mi corazón que decía: Háblale, dile que Jesús quiere hacer algo especial con ella.
Esta voz me inquieta, y me pregunto: Pero cómo hablarle, en esta fila, con tantas personas, a alguien desconocido...a una monjita...y un mensaje como ese? Vuelvo y "escucho la voz" con el mismo mandato, y mi corazón parecía que iba a explotar.
Luego de pagar el costo del documento me mandan al 2do. piso a esperar. Eso me da tranquilidad, pero con una ligera inquietud. Y vuelvo a hablarle al Señor: Si realmente quieres que yo hable con ella, que ella venga donde yo estoy ahora….Y no he acabado de decir esto cuando veo que ella viene subiendo las escaleras, y se sienta bien cerca de mí.
A los pocos segundos me entregan el documento y me voy. Aún así mi corazón se aceleró de forma tal y sentí que no me podía ir sin dar el mensaje.
Cuando estoy fuera del edificio, ya dispuesta para irme, vuelvo y le digo a Dios: Si realmente quieres que le hable, tráela donde mí y lo haré…Y…saben qué?... ahí venía la monjita!
Ya no había escape, y le dije a ella: Dios le bendiga hermanita. A lo cual ella se acercó a mí y me dió un abrazo; además me dijo: Desde que yo entré a este lugar, a pesar de haber tantas personas, vi algo en usted muy especial, que no sé que es. Y yo le contesté que tenía un mensaje de Jesús para ella. Ella me dijo: Precisamente hoy yo le hablaba a las demás hermanas de la congregación y les decía que solo Jesús era quien nos podía ayudar y guiar.
Escuchar eso me hizo sentir una paz especial, por lo cual termino de decirle el mensaje: "Jesús quiere hacer algo especial con usted, pero Él necesita que le entregues todo, y le confieses como su único Señor y Salvador"
Ambas nos dijimos nuestros nombres, y ella me dijo: Wilda ora por mí, tengo mucha carga espiritual. A lo cual le repetí que solamente Cristo tiene la solución. Ella se fue gozosa; y la paz volvió a mi corazón!
Y para concluir te digo:
Cuando el Señor nos manda, siempre nos respaldará. A las cosas que nos parecen inverosímiles y difíciles de hacer, cuando es Dios quien nos manda, nunca nos neguemos. No está en nosotros saber cuál es el propósito Dios, pero si nos manda a hacer algo, tan solo seamos obedientes y hagámoslo. Yo solo pude recibir paz cuando dí el mensaje, y él me permitió comprobar que era el mismo el que me había enviado.
No te resistas, Dios quiere usarte como instrumento de bendición…déjate guiar por Él.
Efesios 6:24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo.
Junio 2012
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