1 Pedro 2.6 “Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en Él, no será avergonzado”. Amén.
Es en Jesucristo, y no
en Pedro, en quien debemos poner el fundamento de nuestra fe. Dice
en 1 Corintios 3:11: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el
que está puesto, el cual es Jesucristo”.
Algo si podemos tener
claro, es que lo depositado, por el Espíritu Santo, en Pedro, fue tan grande
que, al pasar él por las calles, sacaban enfermos en sus lechos, para que,
al menos su sombra, les sanara (Hch.5:15). Pero nunca fue el objeto de la fe.
Sobre su muerte, otra
tradición. Pues nada señala la Biblia. Se dice que acabó sus días en Roma (pero nunca estuvo en Roma); que
murió martirizado bajo mandato de Nerón. Que sufrió una muerte similar a la de
Jesús, pero crucificado cabeza abajo.
El único relato bíblico
de su muerte está en Juan 21:18-19, donde Jesús le
dice: “Cuando eras más mozo, te ceñías, ibas donde querías; cuando fueres
viejo, extenderás tus manos, te ceñirá otro, te llevará a donde no
quieras. Y esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios”.
Quizás, el que Jesús le dijera "extenderás
tus manos", podría interpretarse que Pedro moriría en una cruz. Aunque
también existían los cepos, donde las manos también se extendían.
Que el Espíritu Santo
ayude a entender todo esto, y nos permita poner la
mirada en la verdadera Roca: ¡Jesucristo!
Feliz día. ¡Dios te
bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:TPSH22.10.17)
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