MIÉRCOLES 06/11/24
1 PEDRO 1.22-23 “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. Amén.
Jesucristo sembró su
amor en nuestros corazones, y quiere que lo
compartamos con los demás.
Tener bello un jardín —cultivar la tierra, regarla, controlar las malas hierbas— requiere
tiempo y esfuerzo. Pero el jardinero dedica su menor energía en lo
que quizás es la tarea más importante: elegir y plantar semillas
correctas.
Cristo dio a sus
discípulos el mandamiento de que se amen unos a otros, ya que Su pueblo sería conocido por su amor. Como lo
dice en Juan 13.34-35.
Un amor verdadero no
surge de manera natural del corazón humano. Necesitamos la mejor semilla. La semilla “imperecedera”, la Sagrada
Escritura, que vive y permanece para siempre. Y como nos dice el Evangelio
de Juan, Cristo mismo es la Palabra (Jn 1.1-4). Es la Palabra de Dios de misericordia y
nueva creación. Fuente de nuevo nacimiento para nosotros.
Recuérdate cultivar el
fruto del amor verdadero, mediante un
encuentro con el Señor Jesús y la lectura de la Biblia.
Muy feliz día. Que
Dios te bendiga y te guarde.
Evangelista Wilda
Messina
(Ref: En.Contacto)
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