30.09.23
2 Pedro 1.10-11 “Por lo cual, hermanos, procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. De esta manera será otorgada amplia y generosa entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Amén.
Algunas personas piensan en la salvación como un punto único en el tiempo. Es cierto que cuando una persona pone su confianza en el Señor Jesús, se convierte en miembro de la familia de Dios, pero limitar la definición a esa única decisión de fe ofrece un panorama incompleto.
La salvación tiene tres partes:
1) Justificación: Momento en que los pecados son perdonados;
2) Santificación: Proceso
de consagración continuo al Señor;
3) Glorificación: Momento en que seremos transformados y libres totalmente de pecado, en la resurrección.
Al ser justificados seremos santificados y glorificados (Rom. 8.30).
No podemos afirmar que somos salvos si la santificación no es evidente. Ese grado de santidad varía en cada persona, pero Dios ha prometido perfeccionar la buena obra comenzada (Filip. 1.6).
Cristo es nuestro único Dueño, pues fue quien nos compró a precio de su sangre. Y Romanos 10.9 dice que debemos confesarlo como Señor para ser salvos.
¿Te estás sometiendo a tu proceso de santificación sin rebeldía?
¿Ha cambiado tu vida desde que
confesaste tu fe en Cristo?
¿Estás dejando al Espíritu Santo obrar para que tu vida refleje la imagen del Señor?
Medita en esas 3 preguntas, y haz lo que sea necesario.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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