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Hechos 17.11-12 “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica (la gente de Berea), pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Y creyeron muchos de ellos…”. Amén”.
Qué cierto, pero verdadero es: “oír” una prédica en la iglesia sin escuchar ni una sola palabra.
Las personas están presentes, pero sus mentes están en otra parte. De ahí, que existan dos tipos de oyentes: pasivos y activos.
Oyentes pasivos asisten a la iglesia, pero dejan que su mente divague durante la predicación. Lo observan todo: la gente, las vestimentas, las acciones de los demás, etc., etc. No van a la iglesia para escuchar al Señor, ¡no!, sino por costumbre o porque el simple hecho de ir les hace sentirse mejor consigo mismos.
Los oyentes activos, entran en el santuario entusiasmados por lo que el Señor les va a decir. Tienen su Biblia, su cuaderno de apuntes, su bolígrafo y su marcador en manos; y están listos para captar la esencia del mensaje.
Los oyentes activos anotan todo lo que puedan, tratan de no perderse ni un solo punto del sermón. Y mientras escuchan se preguntan: ¿Cómo aplico esto a mi vida?
Cuando Dios habla hagamos lo posible por escucharlo. Y si hay días en que estamos menos concentrados, sería buen momento para pedirle al Señor que nos ayude a sintonizarnos.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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