La mujer de Dios ve las tempestades como oportunidades.
La mujer de Dios llora, pero no se desespera.
La mujer de Dios está siempre lista para la guerra.
La mujer de Dios no desiste, ella insiste.
La mujer de Dios no habla, actúa.
La mujer de Dios transforma una maldición en bendición.
La mujer de Dios no se cansa, ella esta siempre de pie.
La mujer de Dios actúa con sabiduría.
La mujer de Dios no se exalta, se humilla para ser exaltada.
La mujer de Dios es discreta, ella sabe imponerse en su lugar.
La mujer de Dios dice palabras que edifican y que traen vida.
La mujer de Dios no se confía en lo que tiene, sino en lo que es.
La mujer de Dios actúa por la fe.
La mujer de Dios se lanza de cuerpo, alma y espíritu.
La mujer de Dios no ora, ella clama.
La mujer de Dios no tiene miedo, ella confía en Dios.
La verdadera MUJER DE DIOS es aquella que tiene consciencia de que con Dios ella lo puede todo.
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