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A menudo nos sentimos abrumados por tanto que hacer y tan poco tiempo para hacerlo. Como resultado comenzamos a trabajar y a asumir responsabilidades dejando fuera a Dios de todo plan y ejecución. La señal evidente de que esto está ocurriendo es el estrés.
He aquí tres correcciones que tenemos que hacer:
1. Renuncia a tu independencia: Salmos 20:7 dice: “Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros sólo confiamos en nuestro Dios”. Dios ayuda a quienes lo buscan como única fuente de ayuda.
2. No confundas el medio con la fuente: Pensamos que nuestros recursos provienen de nuestra empresa, ministerio u otras personas. Santiago 1:17 dice: “Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre”. Dios sigue siendo la fuente.
3. Cultiva la integridad: 2 Corintios 13:5 dice: “Examínense para saber si su fe es genuina. Si no confían en Cristo de verdad, es porque Él no está en ustedes”. Si mi preocupación y estrés son grandes es porque Cristo está en mi lengua, pero no en mi mente y corazón.
La verdadera fuente, Dios, nunca se secará. Mantén tus ojos en Él y la preocupación no sobrevivirá. Él puede usar un medio diferente al que esperas porque su creatividad es inagotable.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Mario De Jesús
(Referencia:
Venga Tu Reino Hoy)
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