Hebreos 13.1, 5-6
“Permanezca
el amor fraternal. Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él
dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda
hacer el hombre”.
Todos
nos sentimos solos en algunos momentos; quizá por problema de salud, una agenda de trabajo muy apretada,
o por estar lejos de nuestra familia. Cuando eso sucede, resulta algo
difícil acercarnos a los amigos.
La mente
comienza a decir que a nadie le interesan nuestros asuntos o sentimientos, y
levantamos muros en los alrededores de nuestro corazón, dejando entrar a muy pocas
personas. Y cuanto más nos apartamos, peor nos sentimos.
Es bueno
que aprendamos a distinguir entre sentirnos solos y estar solos, porque ¡quienes
hemos creído en Dios nunca estamos solos!
Aunque todos
nos hayamos sentido aislados en ciertos momentos, Dios nunca ha querido que
vivamos desconectados de los demás (Génesis 2.18). Desde la creación, Dios tuvo
previsto que disfrutáramos una relación cercana con Él y con los demás.
Cuando
no tenemos una relación personal con el Señor, prevalece el sentimiento de
soledad. Y la única
manera de estar conectados con el Padre celestial es confiando en Cristo
como Salvador (Juan 14.6).
Si lo hacemos, recibiremos su paz inigualable (Juan 14.27), Su promesa de que siempre estará con nosotros, y que no nos desamparará.
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
Gloria a Dios!
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