Gálatas 5.18-24
“Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales les amonesto, como ya lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”.
Se escucha hablar acerca de la importancia de seguir a Cristo, pero ¿qué significa eso?
Seguir a Jesús comienza en el momento de la Salvación (al confesarle a Él como Señor y Salvador de la vida), y continúa hasta la eternidad. Pero ¿estamos en el camino correcto?
Seguir a Jesucristo requiere obediencia a la Palabra de Dios, y dejarse guiar por su Santo Espíritu.
Ejemplos de obediencia tenemos: perdonar, ser mansos, humildes, vivir en fe, etc. Por otro lado, la ira, el resentimiento y el deseo de venganza son reacciones naturales, pero que, al seguir a Cristo, se requiere apartarse de esos sentimientos y orar para que nos sean desarraigados. Aunque se pudiera tardar llegar a ese nivel, en la medida en que dejemos al Espíritu Santo cambiar nuestra mente y corazón, ¡lo lograremos!
Dios ha provisto lo necesario para seguir con fidelidad al único Salvador: ¡a Jesucristo!
Caminando de la mano con Él, Su Espíritu nos capacitará para vencer los impulsos naturales y para obedecer sus instrucciones.
Seguir a Cristo -verdaderamente-, es renunciar a la vida pecaminosa y optar por caminar hacia la Patria Eterna en gloria. NO es una decisión de un solo día; es un modo de vida diario y visible.
Feliz día, y que ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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