Efesios 6.10-11, 13 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.
Cuando se habla de que nos fortalezcamos en el Señor, pudiéramos pensar en algo como una fortaleza, o lugar de seguridad contra el ataque enemigo. El salmista dijo en Salmos 18.2 “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio”.
Pero las fortalezas también las usa el diablo; con la diferencia de que las que él construye no son refugios; sino prisiones para mantenerte encerrado en el pecado, el engaño y la tentación.
Escapar de esas fortalezas es difícil, más no imposible. En Cristo, sí que podrás escapar. También asirte de armaduras espirituales para tu real protección y firmeza en Dios.
¿Por qué se lucha tanto con hábitos pecaminosos? Porque dan placer y satisfacción -aunque temporales, y engañosos. Porque luego, la culpa y la vergüenza, estarán tocando a la puerta… tarde o temprano.
El solo pensar en dejar un hábito pecaminoso, lleva a algunas personas a la desesperación, aun anhelando ser libres. La buena noticia es que el poder del Espíritu Santo es suficiente para apartarte del dominio de Satanás, y derribar sus fortalezas.
Hoy es buen día para escapar de la fortaleza del enemigo ¡y venir a la que te ofrece Dios!
¡Feliz domingo. Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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