19.05.19
Santiago 1.21-25 “Desechando toda inmundicia y
abundancia de malicia, recibe con mansedumbre la palabra implantada, la cual
puede salvar sus almas. Pero sean hacedores de la palabra,
y no tan solamente oidores, engañándose a ustedes mismos. Porque si alguno es oidor de la
palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en
un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo,
y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la
perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor
olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Todo cristiano debe apartar un tiempo devocional cada día. Esto
incluye lectura bíblica, alabanza y oración; esenciales para el crecimiento
espiritual.
Debes evaluar qué efecto está teniendo esa práctica en ti. Preguntarte:
¿Está mi tiempo a solas con el Señor cumpliendo el propósito de Él, o se ha
convertido en un ritual por costumbre o deber?
La Palabra debe ser implantada en ti, y eso
sucede cuando escuchas y crees el evangelio, lo cual te lleva a la salvación,
te desarraiga los pecados y te produce justicia.
Salvación es haber nacido de nuevo mediante la palabra de Dios que
vive y permanece (1Pedro1.23). Pero
la Palabra implantada hace aún más: te santifica.
Cristo oró a su Padre:
“Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17.17). La santificación es el
proceso por el cual los creyentes se vuelven más semejantes a Cristo: en
conducta, en palabras y en carácter.
Tu tiempo devocional no debe ser como alguien que se mira en un
espejo y luego olvida lo que ha visto; debe involucrar una mirada
muy atenta que te transforme. Las verdades
divinas deben penetra en tu corazón, tu mente y tu voluntad y, al final, lo
expreses con obediencia.
Si deseas que esas Palabras de
Verdad sean implantadas en tu alma, es necesario profundizarlas. Y… el fruto
espiritual se producirá!
Feliz domingo, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: EncontactoOrg)
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