Viernes 29.3.19
1 Pedro 1:2-3 “Elegidos según la presciencia (predicción) de Dios Padre en
santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su
grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos”.
Ser “rociados con la
sangre de Jesucristo”, es un ejemplo que se repite en la Biblia en varias ocasiones, en especial en el Antiguo
Testamento. A los sacerdotes levitas, al ser ordenados, se rociaba el altar del
templo, el propiciatorio, etc. En Éxodo 29:21, Dios ordena a Moisés rociar con
la sangre del sacrificio y con el aceite de la unción a Aarón y a sus hijos,
así quedarían santificados y dedicados al sacerdocio, o sea, apartados para el
servicio al Señor.
La carta a los Hebreos (9:19-21) enseña que Moisés roció al pueblo y al Libro de la Ley. El
término griego hace referencia a “purificar”; era lo mismo que estar cubiertos por
Jesucristo, en el Nuevo Pacto!
El que Moisés rociara el
Libro y al pueblo, deja ver consagración y dedicación a Dios y a su Palabra. El “rociamiento” de la sangre de Jesús
sobre ti, te limpia de pecado, te consagra para la voluntad de Dios y para
obedecerle.
Ahora, la perfecta sangre de Jesús no te cubre simplemente, sino
que te limpia de todo pecado!
Si confiesas tus pecados, Él (Jesucristo) es fiel y justo para perdonarte y limpiarte de toda maldad (1 Juan 1:9).
Descansa en Dios, confiésale hoy tus faltas, y Él te bendecirá!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: MensajesySermonesparaPredicar)
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