25.3.19
Hebreos 3:8-11 “No endurezcan sus corazones, como en la provocación, en el día de
la tentación en el desierto, donde me tentaron sus padres; me probaron, y
vieron mis obras 40 años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación,
y dije: Siempre andan vagando en su
corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No
entrarán en mi reposo”.
¿Por qué el pueblo de Dios no pudo entrar en su reposo? Por incredulidad. Fue
una nación expuesta a 40 años de milagros y maravillas de Dios. Ningún otro
pueblo había sido tan amado ni tan tiernamente cuidado.
Ellos recibían revelación tras revelación sobre
la bondad del Señor. Oían nuevas palabras predicadas por Moisés, sin
embargo, nunca mezclaron esas palabras
con la fe. Oírlas les servía de poco. En medio de las bendiciones, todavía no confiaban en que Dios fuera fiel. La
incredulidad ganó terreno.
La incredulidad es causa de dureza de corazón. La Escritura continúa: ¿Y
con quiénes estuvo él disgustado 40 años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos
cuerpos cayeron en el desierto? (vs.17). La incredulidad del
pueblo encendió la ira de Dios.
Hermano, que no haya en ti corazón de incredulidad
para apartarte de Dios, que no te endurezcas por el engaño del pecado (vss.12-13).
Incredulidad es también raíz de amargura, rebelión y frialdad. Es por eso que Hebreos
3 está dirigido a creyentes. Tú puedes
ser salvo, tener un caminar santo ante Dios y, aun así, ser culpable de
incredulidad. Es tan importante que
aceptes su poder sobrenatural por fe y digas confiado: Hazlo de nuevo, Señor. Y que tu poder se perfeccione en mi debilidad.
¡Dios te bendiga, y feliz inicio de semana!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:
WorldChallengeOrg)
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