9.2.19
Joel 3:9-11 "Proclamen esto entre las naciones, proclamen guerra, despierten a los valientes, acérquense, vengan todos los de guerra. Forjen espadas de sus azadones, lanzas de sus hoces; diga el débil: Fuerte soy. Vengan, naciones de alrededor, y congréguense; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes".
Hay veces que somos incrédulos. Al enfrentarnos a luchas, permitimos que el enemigo nos desaliente.
Nos sentimos solos e incapaces; nos convencemos de que el Señor no nos oye; y el clamor brota del corazón: Dios, ¿dónde estás? ¿Por qué todo esto? Al lugar secreto de oración no hay ganas de ir. El alma está seca, vacía, débil; pero quisieras decir: Señor, se que eres bueno conmigo. Yo soy el problema, te he fallado tanto.
¡Espera! El Padre te adoptó con promesas de amarte y apoyarte durante tu vida. No le digas cuán malo, débil, vacío e inútil eres, estás despreciando lo que él ha logrado en ti. Y eso lo aflige.
Cada vez que te desanimas en tu fe, el Espíritu Santo te hablará en términos claros: Basta ya de esa autocompasión. ¡Levántate! Eres amado, llamado y elegido, y el Padre te ha bendecido!
Recuerda todo lo que Dios te ha ayudado a atravesar. Debes gozarte, sabiendo que Él está satisfecho con lo que ha hecho por ti y para ti.
Dios quiere de ti una fe que soporte toda prueba, Él te da su Palabra, su poder, la fuerza para obedecer y que puedas triunfar!
Diga el débil: Fuerte soy!
“Fortalécete en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: WorldChallengeOrg)
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