Gálatas 5:22-26 " Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros".
Una niña pequeña dio su interpretación de lo que sucede al morir: Solo el rostro se va al cielo. Dios da un cuerpo nuevo, pero se conserva la misma cara...
Ella captó, en cierto sentido, una gran verdad. Es que el rostro es un reflejo visible del alma invisible. Una mirada enojada puede congelarse en tu rostro; un ceño fruncido, una expresión malvada, o una simple mirada puede arterarlo todo, y revelar un alma miserable.
Por otro lado: ojos amables, mirada bondadosa y sonrisa cálida, sacan a la luz tus marcas de transformación interior.
No se puede hacer mucho en cuanto al rostro con el que nacemos, pero podemos hacer algo sobre la clase de persona que podemos ser. Podemos comenzar entregándole nuestra vida a Jesucristo; luego orar por humildad, paciencia, bondad, tolerancia, gratitud, perdón, paz y amor...
Por la gracia de Dios, y en su tiempo, creceremos hacia la semejanza interior del mismo Señor, a la estatura perfecta, la que se reflejará en un bondadoso rostro.
Feliz domingo. Qué mostremos un alma interior gozosa, mediante una sonrisa hermosa".
Y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: Nuestro pan diario)
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